
Esto queda atemperado por la música de viento en La Romareda, que al no surgir de manera natural por las bocas de los seguidores, aficionados, abonados y accionistas minoritarios del Real Zaragoza, para protestar por el escaso rendimiento de las altísimas inversiones, al menos, sobre el papel (contratos aireados en los diferentes medios informativos), surge a traición de los "flautines bardajes" del "pitolari" de turno que, no se sabe bien si para contraer méritos con sus "padrinos" (en la más pura acepción mafiosa del término) o si para "hacerse notar" (¡pobrecicos! ¡nadie los conoce!), el terrible sonido del silbato, más por lo inapropiado de la situación que por el sonido en sí. El penalty, el gol anulado, la tarjeta desmedida o aplicada con rasero diferencial, la falta que no es que se pita en contra, la que debería ser a favor y queda sin sanción,... El pinganillo que delata al principal la animadversión del cuarto árbitro (amo del calabozo de las zonas de los banquillos) hacia nuestro entrenador... Y al principio, hay quien pensaba que nunca acaba el partido con once el equipo contrario, ¡que nos iban a ayudar!Con amigos como estos...
Alguien que debería saber en qué consiste su trabajo, ya que está muy bien pagado (con el dinero de todos, que no de Agapito), debería ponerse manos a la obra. Adecentar el local, pedir la colaboración de los amigos y pedir perdón a los postergados, olvidados, relegados y vilipendiados. Esto también vale para la política, que ¡ya les vale!
manolomel
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